Lo primero que tenemos que entender es que cuando consumimos café, la base del mismo es el agua, que suele oscilar entre el 95% y el 98% de la consumición.
Esto implica forzosamente que el agua ha de ser fresca y sin impurezas, mineral mejor que del grifo, salvo en zonas privilegiadas cuya calidad del agua es cristalina y no adultera el sabor de infusión alguna.
El café fresco, sin moler, (e incluso recién molido, en casa), tiene una vida óptima de una semana. A partir de los siete días irá perdiendo fuerza y matices aromáticos y de sabor.
Cada tipo de café, (hablando de cómo se consumirá), tiene un molido ideal, de más fino a mas grueso, en función de cuánto tiempo va a tardar el café en hacerse. Cuando menciono "al tiempo que tardará en hacerse el café" me refiero a cuánto tiempo estarán mezclados los posos y el agua. Bien sencillo:
Café expreso – Molido muy fino – 18 -25 segundos de contacto entre el café y el agua hirviendo.
Café de filtro (habitual en hogares): molido mediano: el agua permanece un minuto y poco mas mezclado con el café.
Cafetera de émbolo (a presión): Molido grueso – el agua se mezclara entre cuatro y cinco minutos con el café, y luego presionaremos “como si lo exprimiésemos").
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